Las redes de comunicación evolucionan a un ritmo vertiginoso, prácticamente no está implantado un estándar que ya están desarrollando otro nuevo en laboratorio, y el 5G, pese a ser muy prometedor y ser una buena herramienta de marketing, también tiene sus inconvenientes.
En los últimos años el 5G ha inundado cientos de anuncios publicitarios de teléfonos móviles, compañías telefónicas, gadgets domóticos que vienen a solucionarnos la vida diaria o prometiéndonos nuevas formas de comunicarnos permanentemente mucho más rápido y con mayor calidad. Todavía no llega el 4G a muchos lugares de España y ya se promociona el 5G a bombo y platillo.
La gran desventaja del 5G
Como todos los estándares de comunicación inalámbrica, el 5G también precisa de su propio ancho de banda en el espectro radioeléctrico y sus fantásticas bondades en cuanto a latencia y velocidad de transferencia de datos se ven mermadas por una ley física muy simple: a mayor frecuencia, menor propagación. Es decir, para cubrir la misma área que cubre un nodo de 4G, necesitamos muchas más antenas de 5G.
Este hecho ha propiciado que las denominadas como Smart Cities integren puntos de acceso o nodos 5G por todas partes. Ya no basta con poner una antena sobre un edificio, hay que poner varias para cubrir una sola calle, incluso se integran en farolas, semáforos y cualquier otro tipo de mobiliario urbano. Muchas veces, ni siquiera hay cobertura plena de 5G dentro de muchas viviendas.
Para la ecología también es un tanto en contra, ya que, como todo equipo electrónico, necesita de electricidad para funcionar y esta, no siempre puede ser verde, con lo que se incrementan las emisiones de CO2, pese a que cada vez las tecnologías son mucho más eficaces y eficientes, ofreciendo mejores rendimientos y con menores consumos.
Despliegue lento
En España, las principales compañías telefónicas ya se están volcando con el despliegue de las redes de quinta generación y aunque en las principales ciudades se está implantando a velocidad de crucero, en los sitios más pequeños y no digamos aldeas o zonas rurales esto es un hecho todavía inimaginable. Para este posible despliegue todavía se necesita de mucha infraestructura hoy en día inexistente de redes de fibra óptica.
El mercado incita cada vez más a comprarse terminales con capacidades de conexión 5G, pero su por ahora pobre implantación puede frenar y de hecho frena, la digitalización de muchos negocios emergentes en zonas más aisladas, ya que con las redes de quinta generación se pueden obtener velocidades de conexión aptas para cualquier tipo de empresa. Para las compañías esto supone un desembolso muy grande, que esperan recuperar con la contratación de este tipo de líneas tanto en el ámbito personal como el empresarial. Es una apuesta arriesgada pero necesaria y casi obligatoria para no quedarse atrás en la carrera por las telecomunicaciones.
El 5G ha venido para quedarse o, mejor dicho, está viniendo para quedarse una larga temporada, ya que su despliegue total todavía no cuenta con un horizonte en el que fijarse. Puede que nos pase como con el 4G. Apenas algunas zonas empiecen a utilizar las nuevas redes, llegue un nuevo estándar como el 6G para barrerlo del mapa.
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