El consumo de un coche eléctrico y las emisiones es un punto que está directamente unido. Y, aunque por lo general tienden ser vehículos menos contaminantes, la realidad nos dice que es una consecuencia en sí misma. De este modo, y para acercar lo que son estos dos aspectos de gran relevancia, vamos a conocer qué son cada una de ellas, qué tienen que ver la una con la otra y cuáles son sus fundamentos básicos.
¿Contamina realmente un coche eléctrico? Si es así, entonces, ¿por qué se dicen como ‘cero emisiones’? Son dos preguntas que, por lo general van conociéndose de a poco que se va descubriendo la técnica y tecnología de este tipo de automóviles que podemos hallar ya en nuestras ciudades de una manera más que accesible.
El coche eléctrico, una propuesta ecológica
Con el principal enfoque en tener una preocupación más seria sobre el medioambiente y cuidar nuestro planeta, el coche eléctrico siempre se ha dirigido como la mejor propuesta ante los convencionales de combustión, gasolina o diésel, porque se antojaban con la clara dirección de no emitir gases nocivos a la atmósfera. Aunque no sea del todo así.
De ahí que de una parte a este tiempo hayan sido los mismos gobiernos los que se hayan metido en este planteamiento para lograr su puesta en escena de una manera más ecológica. Esto, a su vez, ha traído diferentes alicientes para los que accedan a su adquisición, como ayudas importantes a la compra, ventajas fiscales, aparcamientos gratuitos, uso de carriles especiales… ahora bien; pese a denominarse como ‘cero emisiones’, este coche eléctrico sí tiene un impacto en la huella de carbono que va directamente enlazado con el consumo y las propias emisiones.
Si bien es verdad que, a diferencia de los automóviles de combustión, cuando circulan no expulsan partículas nocivas, sí que generan contaminación en su proceso de fabricación o en la producción de la electricidad que los mueve. De todos modos, sus cifras globales son muy inferiores a las que arrojan los coches alimentados con carburantes.
¿Son coches más limpios o no?
La respuesta es que depende. Es cierto que las emisiones de fabricar un coche eléctrico son superiores a la de su homólogo de combustión. El principal problema estriba en la extracción de los minerales necesarios para las baterías y su fabricación. Estos procesos requieren un mayor consumo de energía.
A esto, hay que sumar que en la actualidad la mayor parte de las baterías provienen de China, un país cuya generación eléctrica proviene de fuentes no renovables. Algo que las marcas europeas están dispuestas a cambiar. De hecho, Volkswagen ya dispone de su propia fábrica de baterías en territorio europeo.
El punto de inflexión a partir del cual un coche eléctrico compensa las emisiones de uno gasolina o diésel, varían en función de factores como el país donde se fabricó la batería y el vehículo, así como el destino donde será conducido. Asimismo, en algunos casos, hoy ese equilibrio se alcanza a los 20.000 km y en otros a los 120.000 km. Pero de todas formas, es importante conocer los conceptos, son los que posteriormente nos darán las pistas de la relación de nuestro coche eléctrico con el consumo y las emisiones de CO2.
Qué son
Pero vayamos al principio. Para conocer esta equivalencia, bien vale aventurarse en ambos conceptos, incluso en los tres. Porque sí; el coche eléctrico tiene una relación directa con el consumo. Algunos pueden gastar más y otros menos, pero incluso cuenta con factores que harían porque este hecho pueda ser aún más prestacional: una conducción más suave, la circulación por los terrenos, el uso del aire acondicionado o los sistemas multimedia…
Empezando por el mismo vehículo, este automóvil electrificado es aquel que es impulsado por un motor alimentado por una fuente de energía eléctrica que, posteriormente, se transforma en energía cinética. En la actualidad, la tecnología que más implantación tiene es la de las baterías de iones de litio, aunque existen otras. No obstante, dentro de esta vertiente eléctrica podemos distinguir entre tres tipos de vehículos: 100% eléctrico, híbrido enchufable y eléctrico de autonomía extendida.
Para lo que tiene que ver con el consumo, lo que gasta (cuánto lo hace cada 100 km), debes saber que aquí ya no hay litros, sino que se mide todo en kWh, la unidad de capacidad de las baterías. Por tanto, sin nos dicen que la batería de un Hyundai Ioniq es de 72 kWh sería lo mismo que decir que el depósito de un Cayenne es de 80 litros. Para saber un poco más, esos 72 kWh significan que esa batería es capaz de almacenar la energía que consumiría un motor de 72 kW funcionando a pleno rendimiento durante una hora.
Y luego están las emisiones. Estas son las que expulsan a la atmósfera, las de CO2. Siempre habíamos visto que un diésel o gasolina emitían grandes sumas contaminantes, y lo cierto es que es así. Pero, el coche eléctrico también. Porque es verdad que el electrificado se propulsa mediante la electricidad almacenada en sus baterías y no genera emisiones. No obstante, el proceso de obtención de la energía eléctrica sí lo hace.
Proceso de obtención
El objetivo es que el resultado sea neutro; que las emisiones de CO2 equivalgan a cero. Ahora bien; para medir las emisiones de gases contaminantes que genera un vehículo el proceso se hace algo complejo. Aquí se deben tener en cuenta todas las etapas de su vida útil.
Desde que las materias primas de sus componentes son extraídas hasta que termina de circular y es desmantelado. Realizar estos cálculos y resultados dependen de cada vehículo. Esto viene, en gran parte, por la expansión urbana que ha hecho de una mayor dependencia del coche.
Todos estos viajes requieren la quema de combustible y, por tanto, producen gases de efecto invernadero, que son los que inciden en el aumento del cambio climático. Por lo general, cuanto más ligero sea un coche, menos energía necesitará para funcionar. Existen diversos estudios sobre la huella de carbono en los eléctricos, como el realizado por la Agencia Europea de Medio Ambiente. En él analizaron el impacto medioambiental de un coche electrificado, desde que se diseña en los primeros bocetos hasta que sale de la fábrica y comienza a circular.
Qué relación tienen
El informe dejó varias pistas de lo que podemos esperar de estos automóviles de nueva generación, y lo cierto es que los resultados son sorprendentes, sobre todo para aquellos que tenían en mente que estos no emitían gases nocivos a la atmosfera. Es cierto, es una huella de carbono que dista de la que se verse en los convencionales, pero hay que tenerla en cuenta.
Tomando de fuente al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a través de la Secretaría de Estado de Energía, el valor medio de las emisiones de los vehículos eléctrico en la generación de la energía necesaria para propulsarlos es de 108 gramos de dióxido de carbono (cO2).
Teniendo en cuenta que, según la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico (Aedive), un vehículo eléctrico consume de media 15 kWh de electricidad cada 100 kilómetros, las emisiones generadas para obtenerla equivaldrían a 58 gramos de CO2 por kilómetro recorrido.
Factores que influyen
Como todo, cada una de estas fases implican una serie de factores que influyen en ese resultado final. Hablamos de una serie de causas que harían porque al final, si bien en funcionamiento este tipo de vehículos no presenta tanto consumo ni emisiones en marcha como sí lo hace uno de combustión, a la hora de su creación, como hemos visto, repercute de una manera directa.
Aquí entran en juego variables como el diseño, la potencia, incluso el año en el que te encuentres: con lo rápido que avanza la tecnología, lo más normal es que cada año se estrenen modelos más eficientes, algo a tener en cuenta especialmente si te debates entre un coche del año o un modelo que lleve cierto tiempo en el mercado.
Distancias largas o cortas
El primer factor que tenemos que prestar atención a la hora de conocer el consumo de nuestro coche eléctrico y las emisiones que puede emitir, es el tipo de recorrido. No es lo mismo realizar un trayecto de 500 o 600 kilómetros por autovía, que hacerlo por carreteras en peor estado y por distancias mucho más pequeñas.
También es importante la manera en la que lo hacemos, su frecuencia. Si somos de contemplar recorridos muy largos por vías que no siempre están del todo actualizadas, posiblemente nos veamos en situaciones que pongan al límite su autonomía y, por ende, al resto del sistema eléctrico.
Porque si esto ocurre, es posible que podamos forzar la máquina, lo que también hace porque, al final, las emisiones de CO2 sean más altas, incluso con un mismo coche eléctrico y consumo. Siendo así, puede llegar el caso en que la opción sea más la de necesitar un vehículo híbrido.
La energía del motor
Al mismo tiempo, también habrá que considerar al motor. Porque la energía que consume un vehículo para ser cargado depende fundamentalmente del motor que tenga. En un vehículo pequeño, más si se trata de urbanitas para la ciudad, su batería puede rondar los 40 kWh por cada 100 kilómetros de autonomía.
O lo que es lo mismo; los hay que necesitan la misma potencia que muchos electrodomésticos que tenemos en casa. Esto significa que vas a poder enchufarlo sin problemas, en ocasiones ni siquiera tendrás que cambiar la potencia contratada en casa.
Hay modelos que han recibido comentarios estupendos por su eficiencia: en kilómetros y dinero, estamos hablando de unos 260 kilómetros por 2,40 euros. Lo vemos en los Nissan Leaf, Renault Zoe… Evidentemente, modelos con un motor mayor, concebidos para un uso más intensivo, tendrán un consumo superior.
Tamaño
Otro factor es el tamaño del coche. No es lo mismo un vehículo con unas prestaciones mayores, con baterías mucho más eficientes, de mayor autonomía, potencias de gran calibre y rendimientos mucho mayores, que hacerlo con vehículos donde todas estas características sean menores. Pero no por eso los segundos pueden ser peores, ni mucho menos.
De hecho, en un eléctrico más pequeño, el consumo también será bastante menor, lo que hará porque las emisiones de CO2 puedan ser inferiores. Por tanto, no; no todos los modelos lo demostrarán de la misma manera. Así, un coche mayor requiere una carga eléctrica mayor y consumirá más luz.
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