Las inversiones requieren de un amplio conocimiento sobre diferentes campos muy concretos. Si estás empezando, algunos escenarios pueden ser más sencillos que otros. Te presentamos tres opciones que pueden resultarte muy interesantes.
Dentro del ámbito financiero, son muchos los productos que existen que pueden generarnos cierta rentabilidad a cambio de asumir un determinado nivel de riesgo. Normalmente, la rentabilidad es mayor a medida que estamos más dispuestos a asumir este riesgo. No obstante, también existen determinados productos que nos permiten generar un extra de valor a nuestros ahorros, con un mínimo riesgo, como es el caso de las Letras del Tesoro, las cuentas ahorro o los depósitos bancarios.
A continuación explicamos cómo funcionan cada uno de estos productos y cuáles son las principales diferencias que permiten distinguirlos. Así como el riesgo que deberíamos asumir en el caso de decantarnos por algunos de ellos.
Letras del Tesoro
Históricamente, las Letras del Tesoro siempre han sido una de las opciones a tener en cuenta para comenzar a invertir con un riesgo muy bajo. Sin embargo, a medida que la inflación y los tipos de interés se han convertido en un problema, muchos pequeños inversores acuden a ellas no solo para obtener rentabilidad, sino también para evitar la pérdida de poder adquisitivo provocada por la inflación.
Cuentan con características muy específicas: Por ejemplo, el importe mínimo es de 1000 euros y, además, únicamente se pueden comprar durante momentos determinados del año. Si estás pensando en invertir en ellas, es posible comprar Letras del Tesoro a 3, 6, 9 y 12 meses. En la última subasta realizada en el mes de diciembre, el Tesoro llegó a pagar 3,62% por letras a tres meses, la mayor rentabilidad desde noviembre del año 2011.
Cuentas ahorro
Las cuentas ahorro son otra de las opciones que no están tan orientadas hacia la búsqueda del beneficio económico como tal, sino como fórmula para lidiar contra la inflación. Se trata de un producto financiero que genera una rentabilidad con un tipo de interés variable. A cambio, únicamente debemos depositar el dinero en la cuenta.
En función de la cantidad depositada y del tiempo que permanezca en la cuenta, la rentabilidad irá cambiando. El aspecto positivo es que no tenemos que tomar ninguna decisión, ni asumir ningún riesgo, para poder obtener un extra de dinero. Como punto negativo, las rentabilidades son muy bajas si las comparamos con la mayoría del resto de productos financieros disponibles. Sin embargo, para el pequeño ahorrador o aquellas personas que estén dando sus primeros pasos en este campo, puede ser un buen punto de partida para familiarizarnos con cierta terminología.
Depósitos
La tercera opción son los depósitos bancarios. Se trata de otro producto financiero que guarda una cierta similitud con las cuentas de ahorro, pero no funcionan del mismo modo. En este caso, el cliente se compromete a entregar una determinada cantidad de dinero a una entidad de crédito durante un tiempo que queda fijado en el contrato que se firma. Cuando superamos el tiempo establecido, el inversor recibe tanto la cantidad depositada como la rentabilidad pactada.
En términos generales, los depósitos no atañen excesivos riesgos, puesto que las entidades siempre garantizan la devolución del capital que hemos depositado. No obstante, sí que conviene tener en cuenta que es importante fijarse en aspectos tales como los plazos de devolución, las penalizaciones por retirar el dinero antes de tiempo o la posibilidad, o no, de renovar el depósito si estamos interesados. En este caso, siempre es recomendable consultar con el gestor de nuestra entidad bancaria para recibir la información oportuna.
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