La búsqueda de las primeras estrellas que existieron en nuestro universo sigue siendo uno de los trabajos que despiertan más interés entre los astrónomos y científicos. Por ello, que se haya presentado un nuevo método para poder buscar estas estrellas, resulta una noticia de gran envergadura. Podríamos estar ante un momento de enorme importancia para el estudio del cosmos.
Detectar las primeras estrellas que hubo en el universo es clave para poder, con esfuerzo, llegar a conocer el origen de todo. Es una misión que los científicos se han propuesto desde hace tiempo y que saben que no resulta fácil de cumplir, pero no por ello pierden la esperanza. El nuevo trabajo de investigación que se acaba de presentar llega desde Hong Kong y es un proyecto liderado por la astrónoma Jane Lixin Dai.
Estrellas casi indetectables
Nos tenemos que remontar a un tiempo pasado del cual todavía hay muchos misterios que no se han resuelto. Las primeras estrellas nacieron tras el Big Bang y, aunque tuvieron masas gigantescas, su propia naturaleza las llevó a explotar con rapidez. De los efectos de esta destrucción nacerían las siguientes estrellas y el universo continuaría extendiéndose y evolucionando.
Por sus características, son estrellas que resulta difícil encontrar. Hay poca huella de luz de las mismas y están demasiado ancladas en el pasado del universo. Pero lo que siempre han creído los astrónomos es que, en un momento u otro, llegarían a tener herramientas con las que detectarlas. Ahora quizá, con este nuevo estudio, nos encontremos en ese momento.
Una nueva idea entra en juego
Lo que presentan desde Hong Kong es una investigación y método de detección de estrellas antiguas que podría resultar muy exitoso. Para ello, lo primero que hacen en su trabajo es plantear que existe una relación entre las primeras estrellas que tuvo el universo y los agujeros negros que había cerca de ellas. Comentan la importancia de ser conscientes de que los grandes agujeros negros absorben estrellas de forma incansable. Ocurre incluso en la Vía Láctea, donde el agujero Sagitario A* devora las estrellas que pasan cerca. Mencionan que, además, cuando eso ocurre se produce una explosión con una carga enorme de radiación y una luz que es fácil detectar incluso si la distancia es extremadamente alta.
Por lo tanto, la idea es concentrarse en esas ondas expansivas para poder llegar a detectar, con su haz de luz, las estrellas que lo originaron todo. El motivo de este posible uso de esa luz se encuentra en la forma en la que la llamarada se amplía a medida que se desplaza por el cosmos y se ve afectada por la expansión del universo. Al final, la luz ultravioleta y óptica que se generó en el agujero negro acaba llegando a la Tierra con una señal de infrarrojos que los telescopios pueden detectar.
Teniendo en cuenta que se buscan emisiones infrarrojas, los telescopios que van a tener que utilizar los astrónomos son unos modelos muy concretos. Por un lado, el James Webb, y, por otro, el Nancy Grace Roman, ambos dotados de última tecnología muy avanzada que permitirá llevar a cabo los análisis pertinentes. Con el análisis correcto de la luz infrraroja, estos telescopios podrán llegar a ver estrellas que desaparecieron hace muchísimo tiempo, pero cuya huella sigue presente.
Así es como se podría, finalmente, llegar a tener un mayor conocimiento sobre la manera en la que se formó el universo y lo que ocurrió con esas primeras estrellas. Si las estrellas se destruyeron por el impacto con un agujero negro o si desaparecieron como consecuencia de un colapso gravitacional, será algo sobre lo que también se arrojará luz. Dicen los especialistas que si consiguen aplicar esta teoría con éxito con estos telescopios, es posible que se comiencen a descubrir todas las primeras estrellas que hubo en el universo. Será un punto de inflexión para la astronomía que nos permitirá saber dónde y cómo se originó todo.
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