
Aunque muchas veces se mencionan en el mismo contexto, privacidad y seguridad de datos no son sinónimos. Y no entender la diferencia puede salir caro. Este artículo te ayudará a ver con claridad qué las distingue, cómo se complementan y por qué no puedes descuidar ninguna de las dos si quieres proteger tu información personal o la de tu empresa.
¿Crees que por cumplir con la normativa ya tienes tus datos a salvo? Pues no es tan sencillo. En los últimos años he visto cómo muchas empresas —y también usuarios particulares— caen en la trampa de pensar que la privacidad lo es todo. Pero si no hay una estrategia real de seguridad detrás, los datos pueden terminar igual de expuestos. Hoy te explico por qué.
Privacidad de datos: el qué, el cómo y por qué
La privacidad tiene que ver con cómo se recopilan, usan y comparten tus datos personales. Es decir, quién tiene derecho a ver qué, con qué permiso y para qué fin. Cuando aceptas las condiciones de una app, por ejemplo, estás dando permiso (a veces sin darte cuenta) para que usen cierta información tuya.
Hay leyes como el RGPD (en Europa) o la CCPA (en California) que establecen normas para que las empresas no puedan hacer lo que quieran con tus datos. Estas leyes obligan a pedir tu consentimiento, a informarte de lo que van a hacer y a darte derecho a modificar o eliminar tus datos cuando lo decidas.
El problema viene cuando se cree que cumplir con estas normas es suficiente. Porque puedes tener una política de privacidad impecable y, al mismo tiempo, tener la puerta trasera de tu servidor abierta de par en par. Y eso, claramente, no sirve de nada.
Seguridad de datos: lo que evita filtraciones, robos y ataques
Por otro lado, la seguridad de datos se ocupa de impedir que alguien acceda a tu información sin permiso. No se trata solo de tener buenas intenciones o de cumplir una ley, sino de tener sistemas que funcionen para evitar ataques o errores.
Aquí entran en juego cosas como:
- Cifrado de la información
- Control de accesos
- Detección de actividad sospechosa
- Auditorías periódicas
- Protección frente a malware y phishing
Imagina que tus datos están en una caja fuerte. La privacidad sería la etiqueta que dice «esto es privado, no lo toques sin permiso». La seguridad, en cambio, sería la cerradura, la alarma y la vigilancia las 24 horas. ¿A que ahora se entiende mejor?
Muchas brechas de seguridad que salen en los medios no se deben a fallos en la privacidad, sino a una seguridad mal gestionada. La gente dio su consentimiento, sí, pero el sistema no supo proteger esa información. Y al final, da igual si tenías todos los papeles en regla: los datos se han perdido y la confianza también.
Lo que pasa cuando se confunden privacidad y seguridad
El gran error -y lo veo mucho en empresas- es pensar que tener una política de privacidad cubre también la parte técnica. Y no, no lo hace. Son cosas diferentes. Una te protege legalmente, la otra te protege realmente.
Esto también genera confusión dentro de las organizaciones: ¿quién debe encargarse de qué? La privacidad suele estar en manos de equipos legales o de cumplimiento normativo. Pero la seguridad la lleva el departamento de sistemas o ciberseguridad. Si no se habla claro desde el principio, hay huecos que los atacantes pueden aprovechar sin problema.
Y lo peor es que cuando algo falla, nadie sabe a quién le toca responder. El incidente se alarga, los daños aumentan y las consecuencias se multiplican: pérdida de clientes, sanciones, daño reputacional… Todo por no separar bien responsabilidades.
¿Qué se puede hacer para evitarlo?
Aquí van algunos consejos sencillos pero muy eficaces que yo mismo aplico y recomiendo:
- No des por hecho que cumplir la ley es suficiente. La ley es el punto de partida, no el destino.
- Invierte en medidas de seguridad reales. Desde un buen cifrado hasta sistemas de detección de amenazas, todo suma.
- Define bien los roles. Que se sepa quién gestiona la privacidad y quién cuida de la seguridad.
- Haz simulacros. Igual que ensayas un plan de evacuación, ensaya cómo reaccionarías ante una filtración de datos.
- Forma a todo el equipo. La privacidad es legal. La seguridad es técnica. Pero ambas necesitan personas preparadas para funcionar bien.
Confundir privacidad con seguridad es un error habitual, pero muy peligroso. Uno que puede costarte dinero, reputación y hasta el cierre de tu negocio si no lo ves venir. Cumplir con la normativa es imprescindible, claro, pero no te protege de un ciberataque. Para eso, necesitas seguridad.
Lo ideal es tener ambas cosas trabajando juntas: una privacidad bien gestionada y una seguridad robusta y en constante evolución. Solo así puedes estar tranquilo sabiendo que tus datos —y los de tus clientes— están realmente protegidos.
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