
Las bajas temperaturas ya han llegado de golpe a España, y preparar el coche para el invierno se convierte en una prioridad. Todos sabemos que las baterías sufren más en estos meses que durante el resto del año, pero no solo hay que prestar atención a ese componente. La presión de los neumáticos es muy importante y en este artículo te contamos todo lo que necesitas saber.
Muchos conductores lo consideran como algo secundario, pero nada más lejos de la realidad. Tu seguridad y la de los tuyos está en juego, y no solo eso: también tu dinero. Así que cuida tus gomas.
Cuida la presión de tus neumáticos
Hay que tener en cuenta que llevar las ruedas con una presión incorrecta se traducirá directamente en un aumento del consumo de carburante, además de un deterioro más temprano de las gomas. Esto hará que se pierda agarre, sobre todo en superficies mojadas o heladas como las que tenemos en España en los meses fríos.
La explicación que da forma a este fenómeno se basa en la física. A temperaturas bajas, el aire de los neumáticos se contrae, lo que provoca una caída de la presión. De hecho, si la temperatura exterior cae unos 10 grados, la presión puede incluso reducirse en 0,7 bares. Por esta razón, lo recomendado es revisar el inflado con mucha más frecuencia que en el resto del año.
El truco está en sumar 0,2 bares
En invierno, para contrarrestar la pérdida de presión derivada del frío y optimizar el gasto de gasolina, lo ideal es añadir unas pocas décimas de bares sobre la cifra que recomienda el fabricante de tu vehículo. Por tanto, no hay una cifra exacta, ni 2, ni 2,5, ni ninguna otra.
Por ejemplo, en neumáticos Michelin, en temporada fría la regla de oro es añadir 0,2 bares sobre la presión de inflado que se recomienda en la etiqueta del vehículo, que suele estar tanto en el manual como en el marco de la puerta del conductor o en la tapa del depósito de gasolina.
Este ligero aumento lo que hace es compensar la inevitable caída de presión a causa del frío de estos meses de invierno. Si realizas la comprobación en un entorno cálido, como puede ser un garaje a 18 °C, pero en la calle la temperatura es bajo cero, ese extra de 0,2 bares asegura que la presión real de la rueda sea la correcta una vez que el vehículo esté circulando a la intemperie.
Riesgos de llevar una presión incorrecta
Lo primero es entender que tanto un exceso en la presión como una falta de la misma son perjudiciales para el vehículo.
La baja presión hace que la rueda se deforme en exceso, lo que aumenta la superficie de contacto con el suelo. Esto genera una mayor resistencia a la rodadura y desemboca en un mayor consumo de combustible y un desgaste irregular del neumático.
Por otro lado, un exceso de presión hace que la superficie de contacto se reduzca bastante. Derivado de esto, disminuye el consumo, pero también pierde agarre y estabilidad, lo que hace que el coche sea más peligroso, sobre todo en calzadas mojadas o heladas.
Por tanto, ese ajuste extra de sumar 0,2 bares hace que la presión esté en el punto óptimo entre eficiencia y seguridad.
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